Un espacio de tiempo infinito

2.11.2012

Cierto espécimen

Llevo meses tratando, tratando, tratando, tratando. Intentando, haciendo, revisando, modificando (me). Llevo meses buscando qué, cuándo, cómo hacerle. Llevo muchos días, meses, semanas, horas lidiando conmigo, con mis puntos débiles, con mis errores, con mis traumas, con mi –“negatividad”, con mis bajones. Llevo horas, leyendo, buscando, analizando cómo hacer de mi una mejor persona y ¿para qué? ¿Para mí? ¿En verdad para mí?

Llevo hartos días dejando salir a mi mejor versión de mí, a lo más lindo, lo más llevadero, lo más fácil, lo más sencillo. Es cansado eh! Si tampoco es una cosa para morirse porque cuando me dejo de preocupar soy yo, estoy yo, en paz, tranquila, conmigo. Disfrutando las cosas que me gustan, que me agradan. Desde comerme un chocolate hasta tirarme a la cama con mi mantita para ver la “novela”, sí cual chacha, me entretengo con novelas.

Y tal vez, buscando, leyendo, analizando, tranquilizándome –cual changuito de laboratorio- he aprendido cosas de mí, que nadie conoce –y que en realidad no tendrían porque conocer- y lo más padre es que son cosas que me encantan, que son “padres”.

No soy tan ogro, no soy tan insoportable, no tengo el peor carácter del mundo y no soy tan difícil de llevar. Sí soy muy cursi, muy dramas, muy chick flick. Me gusta lo ridículo más no lo trillado, me gusta lo común, más no por eso mundano o vulgar.
Me gustan las cosas lindas, simples, fáciles.

Últimamente le huyo a las peleas, a las discusiones –sobre todo si son inútiles y desgastantes-. Me gusta pensar que alguien está ahí, para mí, para quererme. Ahí es cuando las cosas se han complicado porque “alguien” no está ahí, todo y todos son (somos) pasajeros, de a sube y baja, de entrada por salida. Aún así, me gusta creer que todo lo bueno puede pasar (me) y que puedo vivir en un mundo color de rosa, o de colores tal vez.

Odio cuando la responsabilidad compartida se vuelve sólo de mi lado. Odio estar esforzándome tanto, odio ser la mujer que calla y es esa en la que me estoy volviendo, por querer sacar a mi mejor versión de mí. Y no porque siempre deba o quiera tener la razón, sino porque simplemente me gusta expresar y –sí la verdad es que pensándolo bien sí por qué no- me gusta tener la razón.

¿Que si soy berrinchuda? Sí, también. También y me encantaría recibir apapacho por el simple gusto de recibirlo a consecuencia de mi berrinche y sí ya sé que tengo 33 años. Pero también soy muy consciente, analítica, inteligente, asertiva, lógica y no por eso debo actuar como ñora todo el tiempo, o como el común de la gente espera de una mujer de “33” años. Ni que fuera la tía ruca.

¿Cómo se lidia con un espécimen como yo? Ni idea, si alguien sabe, avíseme.