Un espacio de tiempo infinito

7.23.2008

De aeropuertos y algo más

Las personas que por cuestiones de trabajo deben brincar de avión en avión, lidian entre aeropuertos, hoteles y comidas exóticas me podrán entender. Definitivamente me gusta, sí me gusta viajar. De preferencia de vacaciones, pero si es por trabajo no me quejo, la verdad es que trato de encontrarle siempre el lado positivo. Sin embargo el regreso a casa siempre es muy cansado y hasta se vuelve odioso.

Esta semana por ejemplo tuve que ir a Guatemala y dado que no había vuelos directos tuve que bajar hasta El Salvador para después subir a Guate –como ellos le llaman- estuve más tiempo en el aeropuerto de El Salvador que en lo que duró el vuelo. Pero en fin ya saben cómo se las gastan las líneas aéreas.
En Guate estuve 35 horas, el viaje solo fue para cubrir un evento con medios de comunicación para una nueva marca llamada Sunbeam®, así que el estrés acumulado varios días antes terminó por fin en estos momentos en la sala 8 esperando abordar el vuelo 378 con destino directo a la Ciudad de México.
Y vaya si me estresé. Para empezar se me hizo muy raro que no dejen entrar al aeropuerto a nadie a menos que no lleve su pase de abordar a la mano. Pero en serio no dejan ni que se asomen a la puerta.
Bueno volviendo al estrés, resulta que en Guatemala hay un impuesto de salida –que obvio no conocía- de 20 Quetzales (3 dólares) como la mayoría de los turistas que desconocemos este impuesto la gente del mostrador de las aerolíneas hacen notar que al final del pasillo hay un banco donde se puede cubrir esa cuota. Ah 3 dólares pues no es mucho –me dije-. Voy al banco, saco mi cartera y resulta que no aceptan MasterCard, solo VISA. Para colmo no traigo más que pesos mexicanos que tampoco aceptan claro y el chico del banco muy jocoso me dice uy señora pues se va a tener que quedar porque aquí cerca no hay casas de cambio. ¿¿¿Qué??? En un aeropuerto NO hay casa de cambio!!! Me quise morir. No es que Guate no me guste pero qué coños hago sin hotel, sin quetzales y sin nada. Además ya me quiero ir!!!
Total que el policía que resguarda la entrada se apiadó de mi situación después de contarle la historia me dejó ingresar a la salas de espera. Ya en la zona de revisión donde te escanean peor que si fueras a E.U. la policía que abre tu maleta me dice uy nooo trae mucho líquido y solo están permitidos 200 ml. Así que el perfume, crema para la piel, crema para peinar, desodorante, desmaquillante, gotas para los ojos, pasta de dientes iban pasando de mi maleta a una bolsa negra. Ya puede irse señorita. ¿¿¿Qué??? Cómo que ya puede irse, todo estaba casi nuevo. No qué le pasa. –Bueno la solución es que documente.
Sí claro y como no bastó con rogarle al oficial que me dejara entrar, ahora le tengo que decir que me deje salir y regresar porque todo el líquido que llevo sería ilegal subirlo al avión. Odié el aeropuerto de Guatemala, lo odié.

Finalmente como el vuelo de regreso va casi vacío salimos 45 minutos antes de lo planeado. Pero sí no le avisan a nadie cómo demonios voy a saber. Así que ahí estoy yo haciendo “shoping” cuando uno de los chicos que me ayudaron a documentar en el mostrador me dice: -Señora (y dale con el inche señora, carajo) el avión ya va a salir, se adelantó el vuelo. ¡Maldita sea, a correr!
Dos horas más tarde estaba ya en aeropuerto internacional de la Ciudad de México, y aunque teníamos una hora de ventaja entre los trámites de aduana y el laberinto para recoger tu maleta salió la misma. Pero total, estaba ya en mi hogar, dulce hogar.