Recuento # 31
Estoy muy cerca del cumpleaños número 32 y aunque cada año hago un recuento de lo que fue, este en particular sí me ha movido las tripas y me ha puesto a pensar que algo debo aprender.
Una palabra para definir este año es CAMBIOS. Cambios y vueltas que no me han dejado en paz ni un solo momento.
No soy una persona que pueda soltar tan fácilmente así que ha sido muy duro quitarme de los apegos. No es que me queje o que crea que soy la persona más miserable del mundo, obvio no, pero sí me di cuenta que soy una persona de costumbres muy marcadas, de hábitos, de querer seguridad, de certidumbres. No puedo estar a la deriva o viendo a ver por dónde me lleva la vida.
Quiero tener la certeza de las cosas -y sí ya sé que es la ironía más grande porque la vida es impredecible y si está llena de algo es justo de incertidumbre- pero ¿qué le vamos a hacer? Tal vez por eso trato de entender cuál es el aprendizaje de este año, trato de agarrar el punto y dejarme fluir aunque -sí ya se- mi resistencia demuestre lo contrario.
Por un lado este año ha estado lleno de partidas. La primera fue la muerte de mi abuela (el 3 de marzo). Conté con el gran cariño de la abuela desde chica, mi hermana y yo fuimos afortunadas en conocer el lado lindo de la doña. Puedo presumir que de los muchos – y vaya que si somos muchos- nietos, nosotras convivimos mucho tiempo con Eduviges. Pasábamos vacaciones juntas, vivía varios meses en casa de mis papás, navidad y/o año nuevo nos acompañaba. Cómo olvidar esas caminatas muy de mañana para recoger conchitas en la playa de Acapulco, o sus historias de cuando era niña, o la olla de frijoles para mi hermana, en fin muchas anécdotas que durante su vida nos dio. Gracias abuela por compartir muchos años con nosotras y dejarnos un buen recuerdo en lugar de la abuela gruñona que todos conocieron.
Las otras partidas fueron más de geografía y de dos personas esenciales hoy día en mi vida, la primera justo a la par de mi abuela y vaya si me costó trabajo, esas “ataduras” (en el buen sentido de la palabra) me hacen volverme loca y perder el eje. Más cuando se trata de alguien que significa tanto. Luego para terminar de rematar, se vuelve a ir y la dinámica del día a día se vislumbra incierta. Hoy nuevamente habrá otro acomodo geográfico y digo ¡ya basta carajo! Pero como dice el dicho que da consuelo de tontos… todo cambio es bueno, por lo menos se supone que conlleva eso –mínimo, no?-
El último cuatrimestre del año de plano qué bueno que ya estoy del otro lado porque ya no siento lo duro sino lo tupido. En septiembre mis padres nuevamente hablan de divorcio pero ahora involucran la palabra abogado –palabra nunca antes mencionada que elimina ahora sí, en definitiva, el esquema de “y vivieron felices para siempre”. Aún seguimos en la agonía y prefiero mejor no pensar en eso.
Una semana después, lo que ha venido siendo el pan nuestro de todos los días, una merma en mi salud. Desde septiembre he estado enferma de esto o de aquello. Primero con una caída por demás idiota y “sencilla” que me dejó con el brazo derecho hecho mierda. Sí, ligamentos, tendones, extensores, flexores y todo lo que recubre al hueso se hizo pomada desde la muñeca hasta el hombro. Lo que ocasionó 5 semanas de incapacidad (disque porque seguí trabajando por idiota) y terapias diarias para el brazo. Daños colaterales: inmovilidad por dos días a consecuencia de la negligencia médica de un pseudo doctor que me infiltró la columna y me dejó sin mover –literal- y posteriormente empezar a caminar paso gallo-gallina con mínima fuerza en el pie derecho. ¡Qué padre!, ¿verdad? Claro sin contar el arsenal médico que he venido tomando durante la caída –parezco muestrario de representante médico-.
Hoy sigo con ejercicios para fortalecer la muñeca, porque aun cuando recobré movilidad no puedo cargar cosas pesadas – dígase una bolsa del súper con poco productos dentro o una Coca de 2L-. Después de todo esto, he estado muy sensible del estómago, me ha dado gripa y las migrañas ahora han sido más recurrentes que otros meses. Ah! Se me olvidaba que en abril me tuvieron que infiltrar el pie izquierdo por una lesión entre el dedo menique y anular. ¿Quién se lesiona ahí? ¡Naaadie! En resumen mi salud no ha sido la mejor.
2010 está a 10 días de terminar y las cosas aún se siguen moviendo. Trato de encontrarle el aprendizaje y creo que lo tengo más consciente que otras veces, pero aún sigo poniendo barreras y resistencias propias del ego. En cuestión de salud estoy muy agradecida y maravillada por la perfección de cómo creo Dios el cuerpo del ser humano.
De lo bizarro de la vida.. creo que desde allá arriba me mandan señales para que viaje más ligero y en verdad espero encontrar el camino y la voluntad para hacer caso. O como diría Jul debo acordarme de todos los días amasar la masa.