Un espacio de tiempo infinito

12.12.2011

Año 33

Ayer en la noche al término del día me decidí a cambiar de palabra.
Sí, inspirada en la película de Comer, Rezar y Amar, me convencí que puede ser
un buen ejercicio y que podría ser también un buen propósito de año nuevo.

El cierre fue bueno, la recapitulación me dice que puse palomita
en algunos temas y en otros el status es on
going. Eso nos deja en un balance positivo y realmente me siento contenta. Nostálgica
también, pero creo que es parte de la zona de confort de la que estoy luchando
por salir.

No se trata de tentar a la buena fortuna que se me ha
concedido, pero afortunadamente han cambiado cosas: la salud, el trabajo, la
actitud, la economía. Es una pena que no
pueda tener un balance así en corto, de lo que ha sido cada mes, pero concluí que
soy muy afortunada, realmente Dios me da muchas bendiciones.

Y en ese ejercicio mental de recordar qué me dejó o qué hice
mes a mes, nomás logré recopilar situaciones de 4 o 5 meses; no está mal para
12 tomando en cuenta que ninguno de ellos estuvo marcado por algo negativo. Estoy
consciente que en el día a día hubo situaciones para no brincar de alegría,
pero ¿qué sería de esto sin la sal y la pimienta?

Así que en el afán de agradecer lo que hubo: mi pasaporte
tuvo un sello, hice angelitos en la arena, cargué una guacamaya y a un
changuito; estoy en números negros (aunque para mí son números verdes,
amarillos o de colores ja); en la salud tengo calcomanía doble cero –como dice
mi médico- así que puedo circular todos los días-, el corazón está bien, hice
el mejor road trip con mi hermana,
canté, lloré, casi me hice pipí –literal- de la risa, hubo reencuentros, conocí
a Elke, caminé, hubo luna llena.

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