Un espacio de tiempo infinito

6.15.2011

Las puertas y yo

A últimas fechas o estoy perdiendo fuerza o las puertas las están haciendo más pesadas. La realidad es que hace algunos meses he notado que abrir una puerta se ha convertido en empujar una lápida. Sí y más esas puertas que están sostenidas con –no sé cómo se llame- un aparatejo en la parte superior que evita que se azoten.

Ah pero qué pesadas son!!! Tal parece que es un reto empujarlas, luego son ellas las que te empujan como queriendo que no entraras, como si les molestara. Y no es de un edificio, pasa en todos lados: aeropuertos, oficinas de clientes, en el hotel donde me estoy quedando, un baño, para ingresar a una sala de juntas.

¿Qué les pasa a los hacedores de puertas? Porque no hacerlo como siempre, sencillo, fácil. Ayer al intentar entrar a la habitación con maleta, maletín para la laptop y mi bolsa; era casi de risa. Entre que mete la tarjeta para abrir, no te pases del tiempo en que el foquito verde parpadea, empuja todo con la pierna, se pone el foquito en rojo osh! Lo que opté por hacer fue empujar con el trasero y sostener la puerta con la maleta en lo que pasaba con todo.

¿Qué tal hacer todas las puertas giratorias? Está padre, al menos es más divertido. Puedes correr el riesgo de pasarte y no salir cuando debes, pero bueno ¿a quién le cae mal una vueltita?