Hoy me siento como niña de primaria a quien la acaban de cambiar de salón de clase y obvio eso implica ya no estar con sus compañeritos todo el tiempo, ni echar relajo, mentar madres, burlarse de la maestra o de algún niño que comete pendejadas, gastarle bromas a otros o manter en silencio la típica risa burlona para evitar se cachados.
Hoy, después de tantos meses y promesas fallidas, me cambiaron de lugar en trabajo y esto con el "pretexto" de una promoción. Para quienes no conocen mi oficina, ésta tiene forma de herradura. En los extremos están los Supervisores y esparcidos por en medio los “mortales”. Ahora me cambiaron a un nuevo código postal y la burla no me la acabo.
Todavía no me la creo, como que no me cae el veinte de las “responsabilidades” y de esas cosas y mucho menos porque me alejaron de mis amiguitos, seguro que ya no se van a juntar conmigo en el recreo; tampoco me van a invitar a fumar o a la tiendita. Además de todo y que estoy medio solita, mis nuevos vecinos son muy serios -de estar con el grupito de los desmadrazos y anexos ahora estoy con los nerds-, ahora sólo oigo las risas al otro lado del patio mientras esto parece la oficina de la coordinadora. El cambio medio traumas de la primaria a la secundaria ya lo viví pero al parecer otra vez me está pasando. ¡Auxilio!