¡Tan burra!
El pasado fin de semana estaba muy ajetreado y ni siquiera iba a alcanzar las 24 horas que da el día para terminar de hacer tanta cosa. Yo creo que esta fue la razón por la que mi pie decidió atorarse en la cortina de la escalera para luego - a manera de inconformidad - cooperar para que me cayera de las escaleras.
Debo admitir que a pesar que soy muy macha, salieron varias señales acuosas de mis ojitos que denotaban dolor. Y me pregunto, ¿para qué baje? Y la respuesta es obvia para quien conozca la rutina de mi casa: a mi hermana se le olvidaron las llaves y tuve que bajar a abrirle. Sí, sólo por eso mi tobillo derecho sufrió las consecuencias.
A tres escalones del piso firme se le ocurre a mi pie atorarse con la cortina. No pude zafarme y no se como fui a dar al suelo tras semejante azotón. Todo fue en segundos y no me percaté que todo mi cuerpo -55 kg.- cayeron sobre mi talón hasta que intenté moverme. Mientrás, Montse y Alex afuera doblados de la risa y la verdad también yo. Cuando intenté pararme el dolor se hizo presente y la risa pasó a llanto.
Finalmente, mi papá y Alex acudieron en mi auxilio cargándome hasta el sillón donde entre broma y broma señalaban mi torpeza. Hoy tengo el pie vendado, con olor a ungüento y me sigue doliendo.