Un espacio de tiempo infinito

9.11.2009

De mis hobbies olvidados

Hace meses que no escribo, de hecho ya hasta se me estaba olvidando que eso hacía con regularidad y con gusto; lo que es cierto es que lo extrañaba. Antes de ésto a veces escribía algo que dejaba a medias con la firme intención de retomarlo y ahora sí subirlo a mi blog, pero nomás nunca los acabé.

Tal vez había estado demasiado ocupada, que flojera de frase, pero uno se miente con este tipo de palabras y así se justifica lo que no ha hecho o lo que ha dejado de hacer. El chiste es que hoy con “tiempo” me di cuenta que quería escribir y eso lo atribuyo a mi gusto también por la lectura, hábito que también he dejado de largo, pero que hoy al pensar en estar todo el día en aeropuertos y aviones me pareció justo el momento en retomar uno de los varios libros que tengo apilados a un lado de mi cama. ¡A ver si este año los termino!

Así que en pleno avión y con un poco de turbulencias me hundo en este libro que muy acertadamente me prestó Ale pero que por haberme hecho llorar lo dejé. Sí así fue, el primer día que me propuse leerlo no llegué ni a la página 10 cuando era un mar de lágrimas en mi cama. Tuve que dejar de leer porque ya ni siquiera podía ver las letras con tanta inundación en mis ojos, así que muy enojada y llorosa le hablé a mi amiga para mentarle la madre y reclamarle por aquel préstamo –que según ella- iba a estar buenísimo. Y sí tenía razón, muy amablemente me dijo: bueno pero una vez que pases de esa parte verás que se pone mejor!

Tal soy muy dramas, o me tomo muy a pecho los libros. Recuerdo una noche cuando mi hermana regresó de un antro y me encontró llorando, al saber que se trataba del libro hasta un zape me dio. Pero así es, y hasta creo que de eso se trata, que un libro te hable, te llegue, te puedas identificar con el personaje, con la situación, que se vincule contigo, que te de tanto miedo que no puedas dormir o como me pasó con Drácula, que tenga pesadillas y sueñe que viene por mi, ja! .

Al menos así me pasa y prefiero abandonar un libro por la tirria que le tengo al personaje y una vez hecha las paces con él retomarlo; a que me de flojera y solo esté pasando y repasando letras sin sentido.

Así hoy, recordé este gusto que me da leer, lo bien que me hace pensar que hay historias que pueden empalmarse en mi vida y que inclusive pareciera que te las topas justo en el momento que debes. O de plano artículos que sin querer lees y que te sacan esa carcajada que tanto necesitabas porque el día había estado fuchi y tú con cara de wacala. O que del susto escuches un ruido y te mueras del miedo.

Así hoy, vuelvo a esto de leer y escribir –el mismo día qué bárbaro- y justo en este momento cuando la azafata trae un panecillo –y que yo le pongo papas a dentro como en la primaria- me da gusto que esté haciendo esto que tanto me disfruto mientras allá afuera relampaguean unos truenos y empiezo a imaginar cómo sería una historia de terror. Qué tal que en una de esas, me anime y hasta pueda escribir un libro, ¿qué tal sería?