Paciencia...
El fin de semana estuvo dedicado a una gran enseñanza... la paciencia. Debo confesar que esta virtud no es una de mis fortalezas, e incluso hemos peleado en algunas ocasiones. También he de confesar que mi histeria puede convertirme en el ser menos amable y decente, y como la mala de Chihiro explotar en un santiamén. He aquí la historia
Viernes 3 de octubre, 7:30 p.m. Sentada debajo de la luna del auditorio nacional espero tranquilamente a quien sería mi acompanante para entonar una de mis canciones favoritas de La Ley "la inmensidad de esta verdad...". Me entretengo viendo a la gente impaciente por entrar, los revendedores que enfrente de los polis te ofrecen boletos, gente que viene y va... Una hora treinta minutos después, llegó mi acompanante.
Sábado 4 de octubre 5:00 p.m. Para festejar un aniversario más de Mariana, su primer cuarto de siglo, se decidió por un "crucero" en Xochimilco. Mi linda amiga cuya fama de impuntual es más que evidente, corroboró esta cualidad llegando "un poquito" tarde lo cual no sorprendió a nadie. Desafortunadamente mi hermana quiso colaborar con la causa y despues de "perderse" llegó retrasada una hora.
Domingo 5 de octubre 8:00 p.m. Con un grito acelerado uno de mis parientes exclama: "¡No está el coche de Monica!" Y, efectivamente, se habían robado mi vochito. No es necesario describir TODO el proceso en la delegación, las vueltas entre una y otra oficina de sector , el almuerzo del señor del Ministerio Público, dar mi testimonio una y otra vez, y más. Finalmente, después de tres horas mi acta estaba levantada y mi paciencia nominada como para un Óscar.