Recordar es vivir...
Esta frase suena como de abuelita pero en serio que sí aplica. Hoy en una plática oficinesca me enteré que mi becaria (Su) tiene la nacionalidad española y de ahí surgió una plática por demás rara en la que terminamos coincidiendo otra chica de la oficina (Alejandra) y yo. Resulta que Su a pesar que no conoce mucho su país de origen sí le gustaría vivir ahí –de hecho si gana AMLO la presidencia de la República, el padre de Su ha decidido mudarse a España con toda su familia- y de ahí empezamos a platicar cuando fui por esos lugares hace ya casi un año –Dios que rápido se pasa el tiempo- del famosísimo Museo de Prado, La Glorieta de las Cibeles, La Puerta del Sol y demás.
Uno de esos días turisteando al salir del Museo de Prado –que está de sobra decir que me encantó- Vero y yo nos encontramos en medio de la marcha gay que en ese momento festejaba la aprobación del matrimonio entre hombres y mujeres del mismo sexo.
Le contaba a Su la súper fiesta que armaron (y que por cierto fue causa que ya no llegáramos a La Puerta de Alcalá) todos vestidos medio raron, las calles atascadas con banderas del arcoiris, estampas pro matrimonios gays en las espaldas de muchos de los que estaban ahí, autobuses adornados como de carnaval, música chida, todo el mundo echando desmadre. Como era verano hacía un calor del diablo, pero un amable camión de bomberos, que obvio los bomberos estaban guapísimos, buenísimos y cachubis, armaron una masiva de camisetas mojadas. Así el desmadre creo que duró como seis horas o algo así. Paréntesis para señalar que estaban transmitiendo de manera internacional este suceso y bueno les encargo que mi papá –homofóbico de corazón-me viera por la TV gritando como loca, con la playera y bueno toda la ropa empapada, porque seguro que tomaba un avión y me regresaba de las greñas por ser pro gay.
No terminaba de contar la fiesta esta, cuando Alejandra que estaba de metiche escuchando la plática me dijo wey no manches que estabas ahí junto al camión de bomberos. Yo también estaba ahí!!! ¿qué chiquito es el mundo no? Esta vieja -que apenas lleva mes y medio trabajando conmigo- y yo estábamos en el mismo lugar, en el mismo momento, debajo de los bomberos haciendo las mismas tarugadas.
No recuerdo porque nunca escribí antes de este viaje y de todo lo que viví, pero no saben que feliz fui al acordarme de esto y de Madrid. Estoy segura que han sido de los días más chidos que he tenido. No me hacía falta nada: estaba donde quería estar, con la persona que quería estar, haciendo lo que quería hacer y por lo que había ahorrado y en lo único que había pensando los últimos 7 meses.
Uno de esos días turisteando al salir del Museo de Prado –que está de sobra decir que me encantó- Vero y yo nos encontramos en medio de la marcha gay que en ese momento festejaba la aprobación del matrimonio entre hombres y mujeres del mismo sexo.
Le contaba a Su la súper fiesta que armaron (y que por cierto fue causa que ya no llegáramos a La Puerta de Alcalá) todos vestidos medio raron, las calles atascadas con banderas del arcoiris, estampas pro matrimonios gays en las espaldas de muchos de los que estaban ahí, autobuses adornados como de carnaval, música chida, todo el mundo echando desmadre. Como era verano hacía un calor del diablo, pero un amable camión de bomberos, que obvio los bomberos estaban guapísimos, buenísimos y cachubis, armaron una masiva de camisetas mojadas. Así el desmadre creo que duró como seis horas o algo así. Paréntesis para señalar que estaban transmitiendo de manera internacional este suceso y bueno les encargo que mi papá –homofóbico de corazón-me viera por la TV gritando como loca, con la playera y bueno toda la ropa empapada, porque seguro que tomaba un avión y me regresaba de las greñas por ser pro gay.
No terminaba de contar la fiesta esta, cuando Alejandra que estaba de metiche escuchando la plática me dijo wey no manches que estabas ahí junto al camión de bomberos. Yo también estaba ahí!!! ¿qué chiquito es el mundo no? Esta vieja -que apenas lleva mes y medio trabajando conmigo- y yo estábamos en el mismo lugar, en el mismo momento, debajo de los bomberos haciendo las mismas tarugadas.
No recuerdo porque nunca escribí antes de este viaje y de todo lo que viví, pero no saben que feliz fui al acordarme de esto y de Madrid. Estoy segura que han sido de los días más chidos que he tenido. No me hacía falta nada: estaba donde quería estar, con la persona que quería estar, haciendo lo que quería hacer y por lo que había ahorrado y en lo único que había pensando los últimos 7 meses.