Es otro mundo
He estado en este mundo durante 29 años y contando… he hecho algunas cosas que igual con un pericazo también se pueden sentir pero definitivamente esta experiencia ha sido de las mejores. Fue como en la peli The bucket list y ponerle palomita a algo que tenía muchas ganas de hacer y que lo traía en mente desde hace ya tiempo. Además fue vencer un miedo y retarme.
Creo que me empecé a mentalizar dos meses atrás pero nunca lo vi venir así ya en vivo y a todo color; pero como recita un dicho “no hay fecha que no llegue ni plazo que no se cumpla”.
La cita con el mundo de Nemo comenzó tan pronto puse un pie en Cancún. Confieso que sí estaba nerviosa (pero de esos nervios padres) y que en muchos momentos dudé si podría o no. Por un lado porque nunca había sido capaz de snorkelear, los intentos fallidos que tuve eran la perfecta antesala para pensar que no iba a poder; y por otro tenía tantas ganas de ver por mi misma qué hay en un mundo que solo conocía mediante Discovery Channel.
La aventura comenzó cuando llegué a la alberca de entrenamiento, previo video teórico informativo que te recuerda inhalar y exhalar y no contener la respiración en ningún momento o de lo contrario los pulmones colapsarán y eso te lleva a la muerte (gracias por tranquilizarme) ah y también ecualizar tus oídos.
25 minutos después de las explicaciones dadas por una asiática -cuyo acento horrible tratando de hablar inglés dificultaba entender- nos colocamos en la alberca con el equipo de buceo para iniciar las sesiones prácticas. A la hora que yo tomé el curso éramos 6 personas así que según yo sería más fácil pero no. La verdad hay que tener mucha paciencia, saber escuchar y observar, pero sobre todo respetar una serie de códigos de los cuales depende tu vida dentro del océano y a muchos metros bajo el agua y en este sentido cada persona tiene un ritmo y tiempo totalmente diferente.
En mi mente solo pasaba una cosa, si aprendo a respirar y no reírme ya estaría del otro lado. Y sí, el primer ejercicio de respirar solo con la boca y ecualizar mis oídos fue prueba superada en un minuto, que buzos ni qué nada… lo raro fue que aún cuando tenía mil pesas en mi cintura y que el tanque de oxígeno pesa como la ching… me iba de lado y no podía guardar el equilibrio con mis dos rodillas al fondo de la alberca. Pero bueno también fue parte de la diversión.
Las señales, aprendidísimas; el intercambiar aire con un compañero estresante pero bien. Donde ya no me estaba divirtiendo nada fue cuando tenía que limpiar el visor cada vez que se empaña, no bueno… me tragué todo el estanque por la nariz; los ojos más rojos que nada, se quedaba toda el agua dentro del visor. Me desesperé muchísimo y me dije ay pues ya… si veo borroso será como cuando usaba lentes.
Total que después de horas de entrenamiento ahí vamos en la lanchita para el mar donde no había marcha atrás. Después de inhalar amor y exhalar el miedo llegó el momento de estar en carácter de buzo y splash al agua.
WOW sencillamente wow!!! Es otro mundo, es estar ahí en medio de la nada y de todo, tú solo, indefenso, invadiendo un espacio que no es el tuyo y sin embargo te recibe como si fueras parte de él. Con unas tonalidades de luz, de colores que no te las crees. Sí la presión es bárbara, sí aún sigo mareada, pero claro que vale la pena. Tener una estrella de mar en mis manos, que una araña de mar te recorra, ver cardúmenes y cardúmenes rondándote. WOW fabuloso.