Un espacio de tiempo infinito

11.10.2003

Mérida

La semana pasada después de muchos días de arduo trabajo se concretó el viaje a Mérida. La presentación de un nuevo medicamento para VIH fue el pretexto de dicho viaje que acompañado de un erudito en infectología y mi cliente fue algo insólito.

Jueves 7:00 a.m, hora difícil para estar en el aeropuerto ya que un día antes se me ocurrió ir a la premiere de Matrix por lo que terminé bastante tarde y entre preparar mi maleta y dejar todo en orden, me dormí avanzada la madrugada. Pero en fin Matrix es otra historia...

Después de hacer fila durante 45 min y llegar al mostrador me informaron que mi vuelo era en clase ejecutiva y que por tanto no había motivo para heberme formado. Me lo hubiera dicho antes ¡caray!. En fin, pasé al salón ejecutivo y todo el mundo me trataba como si me conociera de años: -¡Señorita Fiesco buenos días!, Srita. Fiesco ¿le podemos ofrecer un jugo?, con tal que después de muchos sritas. Fiescos llegó la hora de abordar y entrar al fascinante mundo de lo desconocido y socializar con mi cliente -lo cual resultó mejor de lo que yo imaginé-

El viaje diferente a otros por mucho, pero estuvo bien. En el día entrevistas con el famoso doctor, cero visitar el lugar, comidas típicas, lidear con especialistas divas que se cren Dios con batas blancas, ji ji ji, ja ja ja y protocolo.

Por la noche, la única en Mérida, una luna capaz de robarle el suspiro hasta al más amargado, mis ojos en aquel lucero, el corazón conmigo pero mi alma con alguien más y los pensamientos como tornados sin rumbo.

Llevo así desde el jueves y francamente no se cuánto tiempo esté así